miércoles, 6 de junio de 2012

Y los monos de ciudad se hicieron los Ulises y terminaron en Kalymnos


Había que salir de la ciudad, había que conocer nuevas paredes, llenar nuestros ojos y nuestras manos con nuevos cantos … ¿y si fuera en una isla paradisíaca del Egeo?



Y de repente un día de mayo piiiii: madrugón 1….brrrr: coche aeropuerto… pipiripi: avión …. ffffff: Bérgamo …. paseíto nocturno por la città antica … piiii: madrugón 2 , avión otra vez ffffff:Kos … “¡10 cañas por favor!”… oeoeoeo: ferry a Kalymnos! Llegamos!

Como monkeys veloces, rápidamente nos ubicamos en los apartamentos frente a la isla de Telendos  y bajamos los 50 escalones que nos alejaban del primer chapuzón marino. Al sol del atardecer organizamos el día siguiente: elegir sector, elegir vías para calentar, para apretar, vías que intentar y en las que soñar con encadenar …lo demás lo iríamos improvisando. 
¡Ala! Caña para celebrar la suerte de estar en uno de los mejores spots de escalada del mundo.

Un ambientazo internacional de monkeys donde sin duda nosotros éramos, por mucho, los altavoces de esas cuevas de caliza, chorreras (tufas), regletas y posturitas inverosímiles en desplomes con nuestros gritos de ánimo a lo “bichoniñolocoaprieta” y “escalafino”. 







Nuestro menú para la jornada de escalada consistía en 10 plátanos que comprábamos cada día…y mucha agua…que al bajar de las paredes se transformaría en Mythos y Fix (recordando nuestras Mahou de después de entrenar en el chill-out del Roco). 
Así conseguimos sentirnos en casa con el matiz de que ¡esto era Grecia amigos! La belleza no sólo formaba parte de la cultura clásica, sino que estaba presente en el entorno de roca, islas&mar y sin duda, en cada línea nueva que probábamos...“Tenéis que darle a ésta! Es buenísima!”


El hedonismo griego también nos cautivó cuando encontramos nuestra rutina para esos 7 días: desayunando juntos en la terraza al fresco, recorriendo la isla en moto en busca de nuevas escuelas y volviendo al mar cada tarde después de una rica cerveza griega, una buena charla y una comida tradicional mediterránea.



Pasaron los días y fuimos celebrando cada encadene, conociéndonos en nuestros límites y comprendiendo que no todos los días podemos dar todo…ni en la escalada ni en la vida…Iban creciendo  nuestras experiencias de roca pero sin duda también, nuestra amistad monkey.






**No dudes en preguntarnos sobre recomendaciones, contactos y notas de las 60 vías  -desde 5b al 8a- que hemos probado